lunes, 13 de junio de 2016

49 nos faltan

[Nota: El día posterior a la aparición de este manifiesto el gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza ha puesto en el balcón de dicho Ayuntamiento la bandera arcoiris junto a la de los Estados Unidos, de lo cual el Comando Rosa se congratula]
El Comando Rosa exige al gobierno de Zaragoza en Común la inmediata retirada de la sucia bandera estadounidense del balcón del Ayuntamiento y su sustitución por la bandera arcoiris 

Un heterosexual ha entrado armado a una de nuestras embajadas y ha asesinado a 49 compañeras y herido a otras muchas. Ahora las redes sociales, los grandes medios y hasta algunos heterodirigentes muestran sus condolencias y expresan su pena ante tanta sangre derramada. Pero nosotras no podemos sentir sino asco. Asco una vez más, frente a quienes matan y ante quienes desde la distancia protegida que le brinda su complicidad con los asesinos muestran conmiseración por nuestras víctimas.

Dicen que ha sido un musulmán (como si no hubiese nacido en Estados Unidos) quien nos ha matado, un agente de ISIS. Pero nosotras sabemos que eso no es del todo verdad, sabemos que quien ha matado a sangre fría a nuestras compañeras ha sido un agente de la heterosexualidad. Porque la heterosexualidad no es una opción sexual. No depende de con quién folles o de si te metes o no cosas por el culo. La heterosexualidad es un régimen político, un régimen global asentado sobre el terror y el asesinato, construido a sangre y fuego sobre nuestros cuerpos y contra nuestras vidas.Y el Islam y el Cristianismo y el Ateísmo y la Izquierda y la Derecha no son sino variantes de esa misma heterosexualidad que, día tras día, nos injuria, nos suicida, nos lincha y asesina.


Nuestros bares no son simples garitos en los que charlar y encontrarse, son fragmentos de espacio liberados respecto del régimen heterosexual, zonas autónomas, fragmentos distribuidos de nuestra Nación Queer, de nuestra Sociedad sin Estado, de nuestra Sociedad contra vuestro Estado Heterosexual. Así que controlad a vuestras bestias. ¿Si os atrevéis a entrar armados en nuestros bares qué impedirá que nosotras salgamos igual a vuestras calles y casas? Hemos respetado el armisticio por bastante tiempo. Si vuestra violencia sobre nuestra comunidad no desaparece, la tregua no durará. Se acerca el 28 de junio, y habéis de saber que en nuestro orgullo late un poso infinito de rabia.

Hemos aprendido de nuestras hermanas negras. El movimiento Black Lives Matter lo ha dicho claro: "Obama no es negro". El movimiento radical feminista anti-neoliberal ha insistido: "Hilary Clinton no es mujer". ¿Tenemos que pensar que los cargos electos de Zaragoza en Común son otros tantos agentes de la heterosexualidad?

La bandera estadounidense, al igual que la del Ayuntamiento de Zaragoza, que la bandera de España o que la de la Unión Europea sólo representan al régimen asesino de la heterosexualidad. Bajad vuestras sucias banderas. Hoy la única bandera que debe ondear es la Bandera Arcoiris. Y no a media hasta, sino bien alta. No queremos vuestras condolencias. Como nuestras compañeras de Ayotzinapa, nuestra exigencia es sólo una: "Vivos se los llevaron y vivos los queremos". Haced lo que tengáis que hacer, pero no queremos que nos deis un montón de cadáveres. Nos queremos vivas. Devolvednos a nuestros compañeros. 49 nos faltan.

jueves, 4 de julio de 2013

Contra vuestro insulto, nuestro orgullo.


El 28 de junio se celebra el día del Orgullo. Orgullo de ser diferente. Orgullo a la diversidad sexual. Orgullo Lésbico, Gai, Transexual y Bisexual. Orgullo de ser bolleras o camioneras, maricas y maricones, trans o travelos y bisexuales que adoran la carne y el pescado.

Este año, en Zaragoza, ese día amaneció el recorrido de la manifestación con algunas pintadas. Grandes decoraciones del mobiliario urbano que demostraban, una vez más, el simplismo al que nos tienen acostumbradas algunos en esta ciudad.

Pero, ¿no os habéis enterado aún que no os tenemos miedo? ¿En qué momento vuestra neurona os hizo pensar que nos íbamos a esconder de vosotros? ¿De verdad creéis que nos insultabais?
No os enteráis de nuestro poder. Jugamos con la invisibilidad y la visibilidad cuándo y cómo queremos. No os dais cuenta de que os tenemos rodeados, que podemos estar entre vosotros y ni tan siquiera os dais cuenta. Que, como afirma el Comando Rosa,
Somos vuestras hermanas y hermanos, vuestras madres o padres, vuestras hijas y vuestros amigos. Vuestras parejas incluso. Estamos aquí, a vuestro lado, entre vosotros, no ocultas pero no vistas, todos los días os tocamos y nos tocáis, permanecemos mezcladas, anónimas y cualesquiera. Nos movemos con garbo en el teatro de la heterosexualidad. En ese mundo de formas fijas y esencias naturalizadas en el que ya ni vosotros mismos creéis de verdad".
Así como hacernos visibles. Nos reapropiamos de vuestros insultos. Con los insultos nos nombráis, nos mostráis. Con vuestras pintadas recordáis al mundo que existimos, como las brujas; reconocéis que hay algo más allá de la norma… NOSOTRAS, y eso os da miedo. 

Ante tales pintadas no podemos más que reír y deciros ¡¡¡Gracias por decorarnos el camino!!!

Cerdas Bolleras”. No os llegáis a imaginar lo cerdas que somos y cómo disfrutamos. Nos encanta refrotarnos en el barro con nuestras amantes, compartir fluidos, hacer de nuestros clítoris maravillosas bellotas, hozar en las entrepiernas de las mujeres y chillar de placer en cada orgasmo. Hasta nos salen rabos de cerdas… y no son nuestros arneses! Somos muy cerdas. Somos muy bolleras. 

 

“Fuera Maricones”. Vale, esperad que hacemos las maletas, nos ponemos nuestras mejores galas –rosa, por supuesto, el color de nuestro orgullo, el color de vuestra vergüenza- y nos vamos fuera… pero de los armarios!!!! Vamos maricones!!! Todas fuera!!! Afinamos nuestras gargantas y con el mayor de los gritos agudos saltamos entre los hombres, llamamos a los machos cual sirenas. Vamos maricones, todas a mostrar nuestras plumas y a disfrutar del orgasmo prostático compartido.

 

No os habéis enterado. Que vuestra normalidad es vuestra enfermedad. Que estamos encantadas de la vida de no ser normales. Que estamos orgullosas. Que “Orgullo es Protesta”. Que os gritamos con poderío que los armarios son nuestros.

Contra vuestro insulto, nuestro orgullo. Y os gritamos: 
Fuck miedo! Fuck normality! Fuck Nazis!

Firmado:
Las bolleras, los maricones y muchxs trans que merodean por Zaragoza, e incluso, por otros lugares.


 

martes, 19 de junio de 2012

Sexo y Procomún





Cámara. Acción. ¡Acción! El Comando Rosa te llama a la lucha, a la revuelta trans, a una guerrilla lésbica, a golpear los genitales de la dominación patriarcal. Frente a la explotación capitalista que trata de someter nuestros cuerpos, controlar nuestras identidades, rentabilizar nuestras vidas, te invitamos, a una fiesta,  a una fiesta salvaje, a transformar la noche en día y el día en noche, como en una profecía milenarista a romper las cadenas y a follar en posturas inconcebibles, a ser la Bestia de siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas un nombre de blasfemia: Tortillera, Travelo, Puta, Maricón. El Comando Rosa te convoca a ti, convoca a las minorías, asiáticas todas, precarias o sin curro, a las abyectas. Contra el modelo heteronormativo llama a las mujeres, a los mil feminismos, a lo que en cada uno hay de perra, de gay o bollera. Tú, con la pluma desbocada y el fuego en la mirada, con el rímel corrido y las medias rajadas, enfundada en cuero y con hermosas barbas, eres la sedición, la potencia ya insurrecta.

Contra la expropiación capitalista de nuestras vidas, únete a la lucha. Defiende lo común.  Las luchas por el placer contestan el dominio de la propiedad privada, pero también se oponen a la dominación de la propiedad pública y el control del Estado. El placer sexual es una de nuestras más importantes creaciones colectivas. Combate por ella. Tú-nosotras, El Comando Rosa, somos los nuevos practicantes del Wu-tou-mi tao  del taoísmo de las cinco fanegas de arroz, ya sin Maestro Celeste, sin jefes ni religión. Somos el nuevo ejército de los demonios-soldados. Herederas de las sublevaciones campesinas contra la dinastía Chin, somos expertas en la unificación del hálito. Guerrilleras del ho-ch’i, practicamos el antiguo arte de la sexualidad colectiva.

Contra el capitalismo, el procomún: ¡nuestro placer anal!

lunes, 14 de mayo de 2012

Todas somos 15M


Están sonando los tambores. Atravesamos la duración. Primer aniversario del Acontecimiento que cambiará —que ya cambió, aunque no sepamos cómo ni en qué sentido— nuestras vidas. El 15 de mayo del año pasado algo se rompió en el monótono sucederse de las horas. Lo imprevisto tuvo lugar. La irrupción de la novedad. Aún no sabemos muy bien cuál, pero el Comando Rosa se sabe arrastrado por ella. Estuvo entonces allí, en la Plaza. Combatiendo la heteronorma. Deseando con más intensidad que nunca la insurrección de los cuerpos. Gozando del instante de la anomalía. Sentimos cómo el Acontecimiento nos penetraba. Percibimos en nuestros cuerpos que el 15M había supuesto una quiebra en el Ser, la irrupción sorprendente del afuera, un desplazamiento del horizonte ontológico en el interior del cual las subjetividades se conforman. Sin duda, se cargaba y aún se carga, como con un cadáver atado a la espalda, con muchas componentes antiguas. Gran parte de los rasgos que caracterizan la expresividad disconforme están más cerca de las viejas exigencias políticas que de modalidades fieles a lo que quiera que sea eso que ha irrumpido. El 15M se presenta apenas sí como un indicio de lo que será, como anuncio o promesa.  Se precisa de la consolidación del Acontecimiento para que la novedad que ha surgido prenda en lo real, para que la potencia sedimente como producción objetiva de nuevas condiciones de vida y resistencia. Éste es el segundo asalto. El que ha comenzado el día 12 y no ha anunciado su clausura.

 La consolidación de lo que ha emergido tendrá que enfrentarse a las fuerzas de la reacción que tratan de minimizar los efectos de lo ocurrido. No sólo nos enfrentamos a la insistencia de una clase burguesa dispuesta a despojarnos de todo, sino también a funestas inercias que recorren por dentro el movimiento. La homofobia, al igual que el machismo y la xenofobia o el racismo, o el especismo, nos atraviesan permitiendo la reproducción de relaciones jerárquicas de dominación. Las segmentaciones de raza, sexo u orientación del deseo son dispositivos esenciales para la reproducción de la dominación de clase, dinámicas a través de las cuales dividir a la plebe anónima que todas somos. Dejar en un segundo plano la lucha contra estos códigos que estructuran el socius según asimetrías funcionales a las formas de explotación supondría el agotamiento anticipado de la capacidad transformadora, además del peligro de quedar instalados en una línea de descenso a los infiernos al seguir reproduciendo los dispositivos de discriminación. La producción de nuevos escenarios y el afianzamiento de los procesos de autovalorización de la potencia subversiva demandan una reapertura constante de las dinámicas de manera que éstas estén en condiciones de eludir tanto las tendencias al centrifugado de las singularidades como la constitución, aunque sólo fuera implícita, de normatividades excluyentes. Las exigencias de los agenciamientos colectivos periféricos tienen que articularse de modo que lleguen a ocupar el centro de la escena política, un centro que esté en todas partes, pues los márgenes son hoy, una vez más, el núcleo desde el que iniciar un proceso de constitución asentado sobre la innovación radical, el lugar sin lugar desde el que recomponer la proyección del común —tierra de nadie. 

Por ello El Comando Rosa declara: somos nosotras —las maricas, las trans, las bollos— el 99 %. La heterosexualidad normativa es sólo el 1%: un modelo imposible, el lugar de una identidad que ya nadie ocupa y que, sin embargo, sigue estructurando nuestros cuerpos, rompiendo nuestras vidas. No se trata simplemente de que ya nadie folle según la norma. Eso nunca ha ocurrido. La heterosexualidad natural, genitalizada, tierna y reproductiva fue siempre sólo un mito. Ocurre que ahora lo sabemos. Tenemos perfecta constancia. Ya ni siquiera nadie se cree que alguien sea tan idiota como para pretender cumplir con la norma. La Heterosexualidad ha muerto. La postura del misionero se hace aburrida. El placer siempre se encuentra un poco más allá. En otra parte. En el espacio de una perversión que ya no es tal, puesto que no se define por negación/transgresión respecto de ningún modelo, sino, al contrario, como afirmación pura, construcción autónoma, como dinámica productiva. El placer sexual es una de nuestras mayores creaciones colectivas. No pensamos dejar que nos la arrebaten. Sólo el 1% es normal. El otro 99 somos unas raras.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La huelga de las perversas


El ambiente está caliente. Nosotras también. Lúbricas incluso. Los sindicatos han convocado a la huelga general para el próximo 29 de marzo. Nos gusta que suba la temperatura. Como en las saunas. El Comando Rosa llama a transformar la jornada en una revuelta trans, en una guerrilla lésbica, en un golpe directo a los genitales de la dominación patriarcal. Frente a la explotación capitalista que trata de someter nuestros cuerpos, controlar nuestras identidades, rentabilizar nuestras vidas, deseamos una fiesta salvaje, transformar la noche en día y el día en noche, como en una profecía milenarista romper las cadenas y ponernos a follar en posturas inconcebibles, hacer de ese día el último día, ser la Bestia de siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas un nombre de blasfemia: Tortillera, Travelo, Puta, Maricón. Sí, nosotras las perversas también vamos a la huelga, aunque nuestra huelga sea otra. Sabemos que los sindicatos mayoritarios son eso, mayoritarios, porque a la huelga llaman sólo al hombre-blanco-asalariado-macho-adulto-urbano-hablando una lengua estándar-europeo-heterosexual cualquiera. El Comando Rosa, al contrario, convoca a las minorías, asiáticas todas, precarias o sin curro, a las abyectas. Contra el modelo heteronormativo llama a las mujeres, a los mil feminismos, a lo que en cada uno de vosotros haya de perra, de gay o bollera.

Nos gusta el rollo ese de los yanquis del 99%, pero no en la versión que parece que aquí más priva, no en su versión economicista y chata. Nos gusta porque sabemos que las raras somos hoy casi todas. El “We are the 99%” no se refiere, no sólo al menos, a la cuestión del reparto de la riqueza. Tiene que ver con el género, la sexualidad y la raza. Nuestra querida AngelaDavis ya lo decía en el Occupy Philly citando a otra de nuestras amigas, a Audre Lorde, mujer-negra-lesbiana: a la mierda con la tolerancia. Nosotras, con nuestra pluma desbocada y el fuego en la mirada, con el rímel corrido y las medias rajadas, enfundadas en cuero y con hermosas barbas, somos la sedición, la potencia ya insurrecta. Porque la cosa está bien clara: la dominación de clase se sostiene sobre una estructura racista, sexista y homófoba. Son esas segmentaciones molares las que hacen posible la explotación capitalista, la tranquilidad del empresario, el triunfo de la policía. Nuestra huelga, la huelga de las perversas, se habrá de dirigir contra la reproducción de las jerarquías de género, de las jerarquías sexuales, de las jerarquías de raza. Las minorías ya somos numéricamente mayoritarias. El 29 de marzo construiremos lo común desde nuestra excepcionalidad y nuestras extravagancias.

Están bien los análisis de última hora que insisten en que ya no vivimos en el siglo XIX, que las formas de producción se han transformado, que la huelga ya no puede ser lo que era para el trabajador industrial de antaño. Son necesarios. Pero también hay que recordar que nosotras nunca ocupamos el puesto del asalariado de fábrica. Nosotras en el XIX estábamos encerradas en las cocinas o en los psiquiátricos. En el XX conocimos los electroshocks y las lobotomías. Algo hemos aprendido de todo eso. Tenemos nuestra propia historia, nuestro propio pasado. Es una vez más el momento de, como las mujeres criminales que tanto asustasen a Lombroso, poner nuestra cara más temible, la que ya tenemos, de enseñar con orgullo la diferencia que somos y que hacemos. Nuestro pasado son las mujeres cordobesas que en 1652 requisaron lo que era suyo, al obispo con todo el grano, o aquellas otras de Valladolid de 1856 que acabaron por tirar al Gobernador Civil al Canal de Castilla, luego de apuñalado. 

Pero es cierto. Las cosas han cambiado. Hoy el capitalismo patriarcal y heterosexista sigue dinámicas nuevas. La producción es, en su centro y desde el principio, producción de subjetividad. El producto de nuestro trabajo, la mercancía que se compra y se vende, es nuestra propia vida. Todas y cada una de nosotras hemos quedado transformadas en pequeñas subcontratas. A cada cual su yo-empresa. Su identidad cool. Algo que resulte rentable, que venda. Yo® Marca Registrada. La existencia se ha convertido en una continua perfomance normalizada en base a criterios de eficacia económica. Nuestra afectividad, nuestras palabras, nuestras relaciones sociales, de amistad y familiares, al igual que nuestros sueños y nuestros más íntimos anhelos, todo ha entrado en el juego capitalista de producción de un plusvalor que nos es expropiado. El heteropatriarcado es un sistema de producción de norma según la cifra dominante/subalterna. Es necesario detener esos procesos de construcción de código que hacen de nuestras diferencias identidades explotadas. 

—Que cómo hacer huelga cuando es la vida entera la que está puesta a trabajar. El Comando Rosa convoca al sabotaje de uno mismo, a revocar el proceso de valorización del propio yo, a la destrucción de las marcas: frente a un capitalismo que es producción de subjetividad, una huelga que nos hunda en lo anónimo; contra el aumento de la tasa de ganancia a través de la construcción de una identidad atractiva y rentable, la efervescencia de lo abyecto; contra la privatización del común en la genitalidad, sodomía; ante el diseño de una existencia funcional, la enfermedad de los monstruos. Desata al travesti que hay en ti, tu deseo difuso y polimorfo. Tápate el rostro con una media rosa y levanta barricada. Es tiempo de nuevo de sacar nuestro lado más marica, nuestra pose más bollo. El ambiente está caliente. Hay que aprovechar el instante. Nada de servicios mínimos. Incendiadlo todo.

domingo, 5 de junio de 2011

Primer Comunicado del Comando Rosa Reloaded

El Comando Rosa es feminista, es bollera, es queer y transexual. El Comando Rosa es heteroinsumiso, marica, disidente, intersexual. Estamos indignadas y llegamos dispuestas a la acción. Porque la acción es el único recurso que le queda al diferente. Una acción que reabra el conflicto y dispare el cambio, que altere el reparto estratégico de las cosas, las asimetrías consentidas, las dominaciones más asentadas. Para ello hacemos nuestra la táctica zapatista. “Tuvimos que ocultar nuestro rostro para que finalmente nos pudierais ver”. Porque habéis tratado una y otra vez de reducirnos a la invisibilidad. Cuando nos miráis en el trabajo o en los bares, en familia o en el mercado, en los baños públicos y hasta en esta plaza, nos creéis una de los vuestros. Veis por todas partes y sólo veis heterosexualidad. Pretendéis que no existimos. Ocurre que muchas veces trabajamos desde la clandestinidad.

Somos vuestras hermanas y hermanos, vuestras madres o padres, vuestras hijas y vuestros amigos. Vuestras parejas incluso. Estamos aquí, a vuestro lado, entre vosotros, no ocultas pero no vistas, todos los días os tocamos y nos tocáis, permanecemos mezcladas, anónimas y cualesquiera. Nos movemos con garbo en el teatro de la heterosexualidad. En ese mundo de formas fijas y esencias naturalizadas en el que ya ni vosotros mismos creéis de verdad. El Comando Rosa es tortillera, marica y bisexual. Es  asexual, trans, drag y hetero-insumiso. Jugamos con los dildos y reímos con los afectos. Nosotras también estamos indignadas, pero es por vuestro miedo a convertir este mundo en un mundo color de rosa, por vuestra sumisión a la heteronormatividad. Nuestra estética parodia el terrorismo para mejor ridiculizar vuestro pánico homosexual.

 

Nuestras máscaras no sólo hacen visible nuestra invisibilidad, también dicen nuestros nomadismos, el carácter transitorio de la identidad. Transmaribolleras resistentes en tierra de nadie, sabemos jugar vuestro juego incluso mejor que vosotros mismos. Expertas en Sado-maso, hemos ensayado todos los papeles, los roles y estereotipos. Sabemos ser dómina y dominado, activo y pasivo, hombre y mujer. Artistas de lo versátil, somos composiciones fluctuantes, en movimiento, que constantemente construyen burbujas de inmunidad, zonas permeables en las que encontrarnos para seguir caminando, espacios secretos de seguridad y luz.

El Comando Rosa no cae en el error de posicionarse en contra de las identidades: preferimos trastear con ellas. Las identidades están bien mientras no supongan la captura de los flujos divergentes, la proliferación festiva de las anomalías. Las identidades extravagantes son las trincheras que cavamos para consolidar los frentes, lugares de descanso desde los que retomar la lucha contra la norma heterosexual y afirmar nuestros deseos disformes, nuestras diferencias y nuestra originalidad. Con todo, sabemos del carácter artificial y difuso de cualquier construcción identitaria, más si cabe de las que tienen que ver con la sexualidad. Sabemos lo divertido que resulta trastocarlas, introducir pequeñas variaciones o, mediante un fuego de artificio, hacerlas estallar. Amamos la fluidez y por eso nos movemos entre las identidades y la no identidad, como singularidades ejemplares fuera del espacio-tiempo de la norma, nos conjugamos en categorías para ser cualquiera, nadie o todas. El Comando Rosa no admite los límites externos, sino los que cada una, desde su antagonismo móvil y su autonomía difusa, decida para sí. Mientras el Comando Rosa persigue con sus acciones devolver a cada una la vida negada, del otro lado, vuestra heteronomía se llama heterosexualidad.

Sí, somos marimachos y travelos, superfemmes y tíos enfundados en cuero: mil parodias como mil flores, maestras del disfraz. Entre otras razones porque nos encanta saltar a la comba con la línea que separa lo legal de lo ilegal, existir en la cuerda floja. Despreocupadas de las distinciones que inútilmente pretenden imponer vuestros homófonos legisladores, no reconocemos la autoridad. Por eso el Comando Rosa practica la ocupación de los espacios heteronormativos: se trata de liberar de toda homofobia y transfobia no sólo los espacios públicos sino también los privados. Nosotras no ocupamos casas vacías, sino las casas llenas de familiares durante la cena de navidad:

–¡Papá, Mamá, Asamblea! Soy un perverso, una mujer lesbiana, gitana y transexual. Y si te jode, ya sabes dónde está la puerta. Aquí estamos, enfrentando vuestra homofobia y vuestro sistema de normas. Estamos cabreadas con vuestra policía de la identidad. Sí, esa que pretende controlar nuestros cuerpos, nuestros deseos o nuestras prácticas sexuales, esa que nos cataloga en manuales médicos y psiquiátricos. No somos enfermas, no tenemos disforia sino euforia de género. Amamos nuestras filias y odiamos vuestras fobias. Nos va el rollo bollo y no vuestra medicina policial. Ni vuestras porras ni vuestras burlas, ni vuestras ejecuciones ni vuestras risas nerviosas. Una y otra vez habéis intentado atarnos en lugar bien alejado mediante el insulto. Y en cada ocasión nos hemos erigido orgullosas, desde el estigma hemos tomado la palabra y la vida. Desde nuestra posición de maricas reivindicamos nuestra pluma, como lesbianas rechazamos la deslegitimación de nuestros afectos, como travelos nos revelamos ante vuestros diagnósticos médicos. Somos intersex cansadas de vuestras cirugías y vuestros nombres, e invadiendo las consultas de los Centros de Salud tanto como los juzgados para mostrarle nuestro asco a vuestra policía del cuerpo.

Estáis tan jodidos que ni siquiera os dais cuenta de hasta qué punto la homofobia y la transfobia os constituyen. Cómo os atraviesan. El modo en que las reproducís. Pero vuestra ignorancia nos hace fuertes. La cosa es que ni siquiera entendéis lo que implica decir “yo entiendo”. Decís que no sois homófobos, que tenéis un amigo gay, como si fuera una mascota. Decís que aceptáis nuestras diferencias. Sois todo tolerancia. Pero lo que no comprendéis es que vuestra lesbofobia no termina allí donde no os molestamos. La homofobia sólo acaba en el momento en que sois capaces de amar la parte marica y bollera que os habita, vuestro lado más trans. Cada vez que nos insultáis en realidad insultáis lo que en vosotros pudiera haber de nosotras. Vuestro heterofascismo trata de exterminar a la loca que lleváis dentro.

Vuestras identidades normalizadas nacen del miedo a la otra que os transita, a nos-otras. No sois más que la repetición de lo que nos excluye y silencia, obstinación en la servidumbre voluntaria al sistema heteropatriarcal. Lo que en el fondo os aterra es esa fuerza de transformación vital y social que os aleja de los modelos dominantes, de vuestra aburrida normalidad. También vosotros portáis máscara, pero una máscara horrible, la máscara del que discrimina y aplasta. Bajo ella tratáis de encerrar vuestra sexualidad libertaria, el anarquismo del deseo. Sólo dejáis mostrarse al policía interior que aporrea al mariquita o a la camionera que todas somos, que en todas respira. Esa potencia anómala que os horada es una infiltrada del Comando Rosa en vuestros cuerpos y en vuestras almas.

El madero que sois y al que obedecéis os ha contado el viejo cuento de que los hombres son hombres y las mujeres, mujeres, la leyenda de que todo es una cuestión de anatomía, ellos con sus pollas, grandes y hermosas, y ellas sin nada. Hechos el uno para el otro, pero ellos sin hacer nada, tocándose los huevos mientras ellas trabajan. Pero ésa es sólo la versión policial de la historia. Nosotras contamos las cosas de otra manera. Los sexos son un efecto de la norma, un invento para controlarnos, para evitar las trayectorias anómalas, la efervescencia de la diversidad. Antes de todo eso, en el comienzo, está lo común, lo que todas tenemos, la zona borrada y oscura de un placer primordial, el lugar de lo abyecto en que sólo relumbra lo anónimo envolvente, sin sexo asignado, sin raza ni clase: el agujero anterior a toda identidad y a toda asimetría. El ano, el culo, el orto. El lugar del residuo y la resistencia. Ni de hombre ni de mujer, ni de blanco ni de negro, ni de burgués ni de proleta. De nadie y de todas. Feminista, antirracista y común.

El Comando Rosa erige el puño cerrado y en alto como símbolo de las antiguas luchas, pero también de las nuevas, del fist-fucking y la penetración anal. Contra el capitalismo orgásmico nuestros cuerpos sin identificar, la libertad de los placeres, la multiplicidad de nuestros culos, la intensidad de los afectos. Contra el impero heterosexista.

¡Democracia Anal Ya!.


Comando Rosa, 5 de junio de 2011.